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REDACCIÓN
Martes, 18 de septiembre 2007, 21:12
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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha dado hoy más pistas sobre sus planes de reforma de la administración pública y del generoso sistema de protección social al anunciar grandes recortes que afectarán a ventajas laborales como la jornada de 35 horas o la jubilación anticipada.
Ante la asociación francesa de periodistas de información social, el presidente francés ha planteado la necesidad de un "nuevo contrato social" que será, según cita la versión digital del diario , "profundamente renovado y profundamente diferente" al considerar que el sistema de protección social francés no es "sostenible económicamente".
"Actualmente hay tres certezas -ha asegurado-: el sistema no es sostenible financieramente, desincentiva el trabajo y no asegura la igualdad de oportunidades", afirmaciones que ha opuesto a sus conocidas opiniones sobre el esfuerzo y el mérito correspondiente para concluir que el sistema público francés produce "más injusticia que justicia".
"Debemos elaborar juntos un nuevo contrato social, profundamente renovado y diferente, fundado en el trabajo, el mérito y la igualdad de oportunidades y que recupere los principios de eficacia y justicia", invitó Sarkozy en una intervención muy esperada por los sindicatos, que habían lanzado preavisos de 'otoño caliente'.
Con un tono más conciliador que con el que llegó en mayo al Elíseo, el jefe del Estado desmintió toda voluntad de pasar por la fuerza, prometió concertación con los interlocutores sociales y reafirmó su voluntad de no contentarse con "una apariencia de reforma".
Una reforma rechazada por sus antecesores
La piedra de toque del talante social sarkozysta es la espinosa reforma de los regímenes especiales de pensiones, un privilegiado sistema en compañías energéticas o de transportes públicos con el que todos sus predecesores claudicaron. El presidente encargó al ministro de Trabajo, Xabier Bertrand, iniciar desde contactos con todos los actores concernidos sobre una revisión, "empresa por empresa", que tendrá como objetivo la armonización con el régimen general de la función pública.
Sarkozy también confirmó su voluntad de realizar la fusión, criticada por los sindicatos, de las actuales agencias en un único gran servicio de empleo, en el que garantizó que los interlocutores sociales conservarán sus prerrogativas en la determinación de las reglas de indemnización a los parados. Antes de fin de año deberán estar definidas las sanciones "más eficaces, firmes y justas" para los parados que rechacen dos ofertas válidas de empleo o una formación adaptada.
El presidente francés reiteró que irá más lejos en la flexibilización de la semana laboral de 35 horas y en la simplificación de la reglamentación del tiempo de trabajo. Se pronunció por la supresión de las jubilaciones de oficio antes de los 65 años, anunció mayores gravámenes a las prejubilaciones y revalidó su voluntad de reformar la legislación laboral sin llegar a repetir su propuesta de un contrato único al que son hostiles los sindicatos.
Debate sobre la financiación del sistema sanitario
En el capítulo médico, Sarkozy preconizó la apertura de un gran debate sobre la financiación del sistema sanitario y aludió a la posibilidad de cubrir "en parte" mediante seguros privados el riesgo de dependencia de las personas mayores.
La oposición de izquierdas acogió muy crítica la estrategia social presidencial. "Es un discurso efectivamente muy importante porque marca el abandono del contrato social francés", opinaron los socialistas. "El verdadero proyecto del jefe del Estado no es poner el trabajo en el centro, como afirma, sino colocar los beneficios en la cumbre", denunciaron los comunistas.
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