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JUAN PABLO MARTÍN
Viernes, 18 de julio 2008, 10:58
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Las excavaciones en el cordal de Katillotxu, en Mundaka, siguen dando frutos. La zona, que se extiende a lo largo de tres kilómetros entre Busturia y Bermeo, engloba un conjunto de cinco dólmenes y dos asentamientos al aire libre datados en el Neolítico avanzado. El último hallazgo fue presentado ayer por Juan Carlos López Quintana y Amagoia Guenaga Lizasu, los miembros del colectivo arqueológico Agiri encargados de la dirección científica del proyecto. Se trata de la primera evidencia de un sepulcro decorado en todo el área cántabro-pirenaica, desde Asturias hasta Cataluña. Este descubrimiento de arte megalítico viene a confirmar que el País Vasco no era una región aislada en la época, como se ha mantenido desde diferentes ámbitos, sino que los pobladores del lugar tenían contactos con los del suroeste de Europa. Yacimientos de Portugal y Galicia, por ejemplo, también cuentan con un importante número de representaciones de estas características.
Seis mil años después de que el ser humano pintará los bisontes y otros animales en la cueva de Santimamiñe, se produjo una evolución y el hombre comenzó a ser consciente de que podía transformar la naturaleza. Fue la primera vez que tomó el papel protagonista y la figura humana se convirtió en su simbología.
Hace dos años
El hallazgo se realizó hace dos años, pero no se ha dado a conocer hasta constatar su autenticidad. La muestra más evidente de decoración se localizó en la losa de cabecera de la cámara sepulcral. «Orientada al Sureste está trabajada por todos los lados. La principal representación que aparece grabada es una punta de flecha del tipo Palmela (punta de cobre). Además, cuenta con otros motivos mal conservados actualmente en estudio», apuntó ayer Quintana. Trabajada mediante la técnica del bajorrelieve -piqueteado y abrasión-, es única en el ámbito megalítico Cantábrico. «Nos sitúa cronológicamente en torno al tercer milenio antes de Cristo».
En el interior del sepulcro también se descubrió otra estela en posición vertical, «tal y como se colocó en su origen. Tiene una forma romboidal, con un relieve semicircular en su parte interior que se efectuó con una técnica similar al anterior». En el exterior también han aparecido pequeñas piezas «que confirman la presencia de un dispositivo gráfico». En la actualidad se conocen otros tres dólmenes con manifestaciones artísticas de la época en Vizcaya.
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