Borrar
Urgente El debate electoral de EL CORREO con los candidatos, en directo a las 11.00 horas
...Y días familiares en la playa
SOCIEDAD

...Y días familiares en la playa

PPLL

Viernes, 1 de agosto 2008, 04:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Tras la noche toledana en Lloret de Mar, los viajeros bajan a desayunar en el hotel. Su primo está impaciente porque cree que habrá de todo. Al viajero le recuerda otro amigo suyo, a quien también suele echar de menos, que en los hoteles salta de una bandeja a otra hasta que se sienta desilusionado:

-Jo, no hay huevos fritos.

Pero el desayuno es muy completo, con mucha infraestructura. Máquinas tostadoras con cinta transportadora. Fuentes con tapa, como en las películas, rebosantes de salchichitas. En la sala, casi vacía, hay sólo parejas. Las de amigos hablan, las otras no. Hay un cartel discreto: «Prohibido llevarse alimentos del restaurante». La tentación de robar plátanos o hacerse bocatas es muy fuerte.

Los empleados, salvo en recepción, son extranjeros. Los que se ven, las camareras, son rubias de ojos claros, pero el personal de limpieza, que sólo se sorprende en los pasillos, es moreno y bajito. El hotel no está lleno. En la calle hay carteles de 'Se alquila' y 'Se vende'. Por ejemplo, un piso en Lloret con tres dormitorios, terraza y piscina común, de 80 metros cuadrados, cuesta 199.000 euros.

Tossa de Mar, es verdad, tiene un castillo en la playa que le da mucha elegancia. No obstante, es combatida con decisión. La parte vieja, que debía de ser bonita, está sofocada por las tiendas de flotadores y los menús en color gigantes. Luego se extiende una masa urbana de capital de provincia. Hay negocios que dan conchas, caracolas y estrellas de mar, ya envasadas. El viajero tiene una extraña experiencia al hacer una foto de unos maniquíes. «Algunos sujetos han cerrado los ojos», le dice la máquina. Se pasa de lista, como la señorita del GPS, que el día anterior estuvo todo el día nerviosa diciendo: «Si es posible, dé media vuelta».

En la playa de Tossa hay cuatro casetas, a modo de corrillo. Venden excursiones en barco y algunos tienen 'glass bottom'. El viajero pregunta qué es eso y le explican que el fondo de la nave es de cristal, y se puede mirar dentro del mar. El viajero cree que serán los peces los que tengan más espectáculo. No hay clientes y las señoras de las casetas charlan animadamente, cada una desde su garita. En la arena, guiris adolescentes y familias españolas

En Lloret los viajeros se asombran con su transformación. La discoteca Hollywood, meca nocturna, es una puerta anónima eclipsada por un supermercado Spar. Son dos mundos que no se tocan. Lloret de día es un lugar sin vómitos, lleno de familias. En la playa hay biblioteca y dan ceniceros gratis para mantenerla limpia. Hace calor, pero la brisa deja una temperatura agradable. Se dirá lo que se quiera de estos lugares feos, pero ofrecen un servicio impecable para lo que se pide, que es ir a la playa, pasear y comer. Lloret ha sabido separar muy bien, con sentido comercial, sus personalidades, como el doctor Jekyll.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios