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ELISA GARCÍA
Jueves, 18 de diciembre 2008, 04:04
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La crisis no reducirá un ápice la protección social. Es más, si es preciso habrá «nuevos esfuerzos inversores» desde el Gobierno, según apuntó ayer su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en la apertura del noveno congreso confederal de Comisiones Obreras (CC OO). En un mensaje solidario con los colectivos más vulnerables, recomendó con ironía a quienes planteen rebajas salariales y de derechos laborales que «llamen a otra puerta». «En ningún caso recortaremos derechos de los trabajadores, cuyo horizonte debe ser ampliado», insistió.
La de Rodríguez Zapatero fue la primera intervención de un presidente de Gobierno ante el máximo órgano del sindicato. El tono de su discurso fue muy distinto al que empleó el 11 de diciembre en la Conferencia de la CEOE. Relajado, no tuvo reproches para su auditorio. Al revés, ensalzó la «trayectoria impecable» de la central y su «importante aportación en los últimos 30 años». Destacó especialmente la figura «entrañable» del ex secretario general Marcelino Camacho, que acudió a la cita acompañado de su inseparable Josefina y se llevó la ovación más calurosa de sus compañeros.
El presidente aseguró, de cara al proceso de diálogo social, que está abierto a todas las propuestas de empresarios y sindicalistas. «Espero un buen acuerdo salarial y a favor del empleo», subrayó. Asimismo, explicó que recortar la protección no sería ni «justo», porque perjudicaría a las clases más desfavorecidas, ni «eficaz», ya que pondría en peligro la cohesión social y no contrarrestaría la caída del empleo. Zapatero defendió además que el salario mínimo interprofesional «siga ganando poder adquisitivo» y dejó claro su rechazo a la congelación salarial que pide la CEOE, cuyo secretario general, José María Lacasa, se hallaba entre los oyentes.
A la inauguración del congreso asistieron también como invitados los ministros de Trabajo, Celestino Corbacho; y de Igualdad, Bibiana Aído; el presidente del PP, Mariano Rajoy; el vicesecretario general del PSOE, José Blanco; y el nuevo coordinador de IU, Cayo Lara, así como el máximo responsable de UGT, Cándido Méndez; y los antiguos líderes de CC OO Antonio Gutiérrez y Camacho.
«De la avaricia al miedo»
A diferencia de Zapatero, José María Fidalgo sí dedicó algunas recriminaciones al Gobierno. Tras exponer su informe de gestión de los últimos cuatro años al frente del sindicato, el secretario general de Comisiones lamentó las, a su juicio, improvisaciones del Ejecutivo ante una crisis anunciada hacía tiempo. En su opinión, habría sido conveniente «más reflexión y menos conclusión», «más cocina y menos escaparate». Y sobre todo, que alguien hubiera escuchado las alarmas lanzadas reiteradamente por la central.
Cuando Fidalgo expuso sus críticas, el presidente del Gobierno ya había abandonado el recinto; de ahí que el líder y candidato a la reelección se sintiera en la obligación de aclarar que todo esto ya se lo habían dicho personalmente a Zapatero. «Hemos pasado del ciclo de la avaricia al del miedo y la desconfianza por haber desoído los síntomas y haber dejado al mercado sin controles ni reglas», insistió Fidalgo en sus únicas manifestaciones públicas en la apertura del congreso, que comenzó con un emotivo recuerdo para los cuatro obreros que murieron el martes en Palma de Mallorca al derrumbarse un hotel en remodelación y sin licencia de obra.
El todavía secretario general de CC OO guardó silencio sobre sus opciones para ser reelegido en la votación que se celebrará mañana por la tarde. El otro aspirante, Ignacio Fernández Toxo, se mostró triunfante y aseguró en los pasillos que ganará los comicios. Los dos candidatos aparecieron muy arropados por sus seguidores, que no desperdiciaron ninguna posibilidad de resaltar las cualidades de sus respectivos líderes.
Toxo cuenta, entre otros, con el respaldo del que ha sido desde 1996 líder del autodenominado sector crítico de CC OO, Agustín Moreno, quien abandonará tras el congreso sus responsabilidades directivas en el sindicato, que desempeñaba desde la primera reunión confederal, celebrada en 1978. «Ha llegado el momento de rejuvenecer y bajar la edad media de los dirigentes», argumenta Moreno, que acusa a Fidalgo de haber mantenido una «política de exclusión muy dura».
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