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La plantilla del iurbentia se felicita por el triunfo.
Un equipo con vocación europea
Bilbao Basket

Un equipo con vocación europea

El iurbentia cumple el trámite en un partido sin historia que le sirve para pasar al 'Last 16' de la Eurocup sin conocer la derrota

J. M. CORTIZAS

Miércoles, 14 de enero 2009, 09:59

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Se trataba de eso. De realizar una faena de aliño y no caer en los peligros de un partido trampa. La primera lectura positiva del cierre de la primera fase llegó con el salto inicial. Tres cuartos de entrada en La Casilla para asistir a un encuentro sin historia, carente de alicientes en forma de haber algo en juego, en una noche desapacible que invitaba a probar la eficacia de la manta que en no pocos hogares dejaron los Magos de Oriente. Misión cumplida y nota alta para una afición que, curiosidades de la vida, acabó la velada con un espontáneo y muy sonoro «¡ohhhh!» cuando por megafonía se anunció que junto al Spirou y Artland, al iurbentia le había tocado en suerte el Lietuvos Rytas.

Quizá fuera el reflejo de la vocación europea que ha mantenido este equipo desde que estrenara su condición continental la última semana de noviembre. Ha acarreado la responsabilidad de no fallar en un grupo que no era el de la muerte, pero que perfectamente podía haber engullido las enormes ganas con que los vizcaínos iniciaron esta aventura. De hecho, puede jactarse de formar parte del trío que ha contado sus partidos por victorias. Seis triunfos en otras tantas jornadas, marca reservada, además, para el Unics Kazan y el Pamesa Valencia.

Frente al Buducnost no se alcanzó la excelencia que se podía pretender. Nadie habló de humillar, ni tan siquiera de arrollar a rival alguno. Es cierto que el nivel, calidad, empaque, autoridad de los de La Casilla hubiera sido más evidente de haber mediado algo, una apuesta, alguna ganancia, aunque simbólica. Al fin y al cabo es de lo se trata en el deporte profesional. La meta estaba centrada en un rearme para la ACB, que es donde las cosas no van tan bien rodadas. Se quería que determinados jugadores se gustasen, ganaran en confianza y demostraran a su técnico que merecen más minutos de los que reciben.

Pedja Savovic, cómo no, fue el más aplicado. Jaleado por la afición, a la que ha estado totalmente imantado desde su llegada a Bilbao, hizo su trabajo reivindicándose tras una jornada liguera en la que nadie imaginaba que se quedará en un simple ataque en cancha. Jugó, defendió, anotó lo que debía, siempre con esa séptima marcha que trata de dar a las jugadas y que a la vez las pone en peligro. Un poco de opio nunca le viene mal al pueblo. Pasalic racaneó más con sus méritos. Primero porque acabó el cuarto inicial ya con tres personales. Segundo porque cuando se emplea con blandura queda en evidencia. Si sellara cada participación en el juego con la intensidad con la que entrena, Vidorreta tendría en sus manos al jugador con proyección que se atisbaba cuando fue fichado.

Mucha paciencia

Lo menos grato, aunque no por ello la parroquia desentonó en sus ánimos, fue el estado de perpetuo enfado con el juego que persigue a Luke Recker. Ayer pecó de populismo. Se dejó llevar en algunos lanzamientos por el rumor creciente y los consejos que le llegaban desde las gradas. «¡Tira, tira!»... pero ni por esas. Es fundamental para su recuperación la paciencia que está teniendo todo el mundo con el alero de Auburn, sobre todo su entrenador. La duda es lo que durará. Por ahora, el 'feeling' juega a favor de que la temporada prosiga sin traumas.

Ganar al Buducnost alivió tímidamente el escozor que dejó el traspié con el Pamesa. No se llegó al estado de recuperación anímica que se buscaba o esperaba, pero una victoria, incluso en un entrenamiento con oponente como el de ayer, siempre incluye en el lote una plusvalía. Servirá para preparar con ahínco la siguiente visita dominical del MMT Estudiantes, que a su vez se perfila como la catapulta preparada para viajar el jueves de la próxima semana a Menorca con afán conquistador y, por qué no, rematar la trilogía de nuevo en el 'botxo' ante un Manresa que pierde fuerza tras su espectacular inicio liguero.

Querer es poder. Con matices y límites, claro. Pero es una aseveración a la que no es ajeno el Bilbao Basket. Ha superado un escollo con más triquiñuelas de las imaginadas. Se olvida que en el estreno continental, el Hemofarm accedió a la recta final del último cuarto con tres puntos de desventaja y arreando mandoblazos. Aquella victoria resultó balsámica. Y es que todo el mundo quiere un buen comienzo y un mejor final. En la primera fase de esta Eurocup, que ha consagrado en la zona noble de las estadísticas a Blums, Banic y Seibutis, los hombres de negro no lo han podido hacer mejor. Es con lo que hay que quedarse cuando están a punto de llegar tiempos más duros.

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