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Agentes de la Ertzaintza, en el portal de la vivienda donde robaron. / L. CALABOR
Encapuchados armados con una espada asaltan a una mujer en su piso de Bilbao
suceso

Encapuchados armados con una espada asaltan a una mujer en su piso de Bilbao

Dos hombres entraron a plena luz del día y se llevaron joyas y el dinero que guardaban para reformar la cocina

SOLANGE VÁZQUEZ

Martes, 10 de marzo 2009, 08:58

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Pocas cosas hay más terroríficas que darte cuenta de que no estás sola en casa cuando se supone que no debería haber nadie. Pilar, una vecina de Bilbao de 55 años, experimentó ayer ese miedo al oír ruidos en el pasillo de su vivienda mientras ella estaba cambiándose de ropa en el dormitorio. Acababa de llegar de la calle, de dar un paseo con 'Tina' -un caniche muy simpático, pero de escasa ferocidad-, cuando se percató de que alguien había entrado en el piso, situado en la Avenida San Adrián. Y no podía ser su marido, Pedro, porque a esas horas -sobre las diez de la mañana- tenía que estar en el trabajo. En cuestión de segundos, su inquietud se convirtió en temor y el temor en pánico al constatar que sus sospechas no eran figuraciones suyas: en medio del pasillo había dos hombres «con pasamontañas y una espada enorme».

«Empecé a gritar mucho y entonces me dijeron que me quedase metida en el baño y que no saliese, porque si no, me harían algo...», rememora estremecida, mientras se deshace en disculpas por estar «muy nerviosa». Ella cumplió las órdenes de los asaltantes palabra por palabra y durante el cuarto de hora que los intrusos permanecieron en su hogar ni se movió. Sólo abandonó su confinamiento cuando oyó que se habían marchado, después de quince minutos de angustia que se le hicieron «eternos». Al revisar la casa para ver qué habían cogido, Pilar comprobó que los ladrones se habían llevado sus joyas y una fuerte cantidad de dinero que tenía en casa para pagar la reforma de la cocina. «Han revuelto todo, han sacado los cajones... Las cosas son lo de menos, pero el susto no me lo quita nadie», indica.

Todavía conmocionada, llamó a la Ertzaintza, que envió a sus agentes de inmediato para iniciar la investigación de los hechos. Pilar, en su afán por quitarle un poco de hierro al asunto y tranquilizarse, les preguntó si la espada con la que la habían amenazado sería «de mentira». Esperaba de todo corazón una respuesta afirmativa, pero no fue así. «Los ertzainas me dijeron: 'No señora, suelen ser de verdad», recuerda la mujer, que sufrió un ataque de nervios que requirió su traslado en ambulancia a un centro sanitario. Según le explicaron efectivos de la Policía autónoma, los delincuentes habían entrado en el domicilio «con toda facilidad, posiblemente usando una tarjeta de crédito, ya que no estaba echado el cerrojo».

Ayer por la tarde, mientras ella intentaba recuperarse del 'shock' recostada en el sofá del salón, su marido se sentía algo culpable por no haber estado en casa. Para mitigar la impotencia, elucubraba sobre la posibilidad de haber detenido a los asaltantes con unas cachabas que tiene en el recibidor, aunque admite , «quizá hubiese sido peor».

«Con educación»

«Igual se hubiesen puesto más violentos. En fin, ahora ya da igual, pero pensar que ella estaba sola, porque los hijos ya viven por su cuenta... Bueno, lo importante es que no le ha pasado nada. Mi mujer me ha dicho que los ladrones, a los que ha notado acento extranjero, se han dirigido a ella con educación, tratándola de usted», dice Pedro, que mira la cocina y piensa que la reforma se «arreglará pidiendo un crédito, pero el susto... eso es otro cantar». Repite que «lo material es lo de menos». Y no es una frase hecha, al menos en su caso. «Hace tiempo perdimos dinero con la estafa de los sellos de Afinsa. Vaya racha, pero de todo se sale», se consuela.

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