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ARTÍCULOS

El reto europeo del Bachillerato

JOSÉ JAVIER GRANJA PASCUAL INSPECTOR DE EDUCACIÓN

Lunes, 23 de marzo 2009, 04:05

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L a reciente sentencia del Tribunal Supremo que declara nula la posibilidad de cursar el Bachillerato de una manera más flexible, es objeto estos días de debate entre los profesionales de la educación.

Cuando el PSOE se planteó introducir cambios sustanciales en el sistema educativo que acercasen la educación española a la europea, a finales de los años 80, se produjo un amplio debate entre la comunidad educativa que finalizó con la publicación de un libro blanco de la educación y posteriormente su plasmación normativa en la LOGSE. Quienes vivimos desde los centros educativos este debate, asistimos a grandes discusiones sobre la necesidad de ampliar el tramo de la educación obligatoria hasta los 16 años y el efecto que tendría sobre el siguiente tramo educativo, el Bachillerato.

La extensión de la educación básica hasta los 16 años y el derecho a permanecer en ella en muchos casos hasta los 18, a partir de los años 90, tras la implantación de la LOGSE, tuvo como consecuencia la reducción del Bachillerato a dos cursos, en detrimento de la secuencia postobligatoria que hasta entonces significaban los tres años del BUP y el COU como curso de formación acelerada y preparatoria para quienes aspiraban a acceder a la Universidad.

En contra de lo que opinó mayoritariamente el profesorado de los institutos, la Educación Secundaria se dividió en dos tramos: Uno obligatorio de cuatro cursos, la ESO, de los 12 a los 16 años, y otro postobligatorio de dos años de duración, de los 16 a los 18, tras el cual la superación de la Selectividad daba acceso a los estudios universitarios. La mayoría del profesorado de los institutos se inclinaba por una ESO de tres cursos, de los 12 a los 15 años y un Bachillerato de tres cursos, de los 15 a los 18 años. También se proponía que tras la finalización de la ESO, un curso de formación dirigido hacia la inserción laboral sería la solución para que el alumnado que no aspiraba a llegar a la Universidad permaneciese formándose obligatoriamente hasta los 16 años.

La extensión de la educación obligatoria desde los 14 años -que, como gran logro para su época había conseguido la Ley de Educación de 1970-, hasta los 16, no era discutida por nadie, dado el interés en igualar el sistema educativo español a los europeos y las necesidades de una economía necesitada de profesionales cada vez mejor formados. Pero muy pronto se demostró que este efecto benéfico tenía consecuencias en el nivel de formación del alumnado que llegaba a la Universidad. La reducción del Bachillerato a dos años, cuando al día de hoy todavía sigue siendo mayoritario en los países europeos el de tres, llevó al Gobierno a introducir cambios que preparasen ya en el cuarto curso de la ESO al alumnado con aspiraciones de continuar estudios en Bachillerato.

Álvaro Marchesi, principal impulsor de la LOGSE , publicó su famoso 'libro rosa' en el que reconocía la imposibilidad de llegar hasta sus últimas consecuencias con el propósito inicial de que hasta los 16 años todos los alumnos cursasen el mismo currículo y que el Bachillerato de dos años fuese suficiente para la preparación de quienes aspiraban a seguir estudios universitarios. Se introdujeron cambios por la vía de hecho en el cuarto curso de la ESO, que la LOCE en la época de gobierno del PP quiso intensificar, llegando a la creación de un cuarto curso de la ESO que significaba una especie de 'pre Bachillerato' para unos y un curso menos intenso en contenidos para quienes sólo aspiraban a obtener el título de Graduado en Educación Secundaria. La LOE actual, de alguna manera, ha mantenido esta diferencia y ha buscado vías alternativas -programas de diversificación curricular, programas de cualificación profesional inicial-, para quienes no quieren o no pueden seguir estudios universitarios, con muy buenos resultados en el País Vasco, donde más del 90% del alumnado obtiene el graduado.

Alcanzado este porcentaje, que cumple con el objetivo para el año 2010 planteado por la Unión Europea en Lisboa, se planteaba la necesidad de llegar al objetivo, también propuesto en Lisboa para toda la UE, de que el 85% de la población tuviese una formación secundaria superior mediante la obtención del título de bachiller o de un ciclo formativo de grado medio de Formación Profesional.

Las estadísticas de la primera década del siglo XXI muestran para España un atasco, cuando no un ligero descenso, en cifras cercanas al 60% en el cumplimiento de este objetivo (en el País Vasco se ha llegado en 2008 a un 81% de titulados en Bachiller). Dada la necesidad de introducir innovaciones que mejorasen estos resultados, el Ministerio de Educación buscó medidas alternativas que, sin disminuir la exigencia para la obtención del título, favoreciesen que un mayor porcentaje de alumnos lo obtuviesen. Utilizando la vía del real decreto, fue más allá de lo que había previsto en la LOE y, de alguna manera, resucitó la posibilidad de un Bachillerato en tres años para quienes tuviesen mayores dificultades.

Ahora el Tribunal Supremo le ha dicho al Ministerio, sin entrar en el fondo del asunto, sino mediante una sentencia pegada a la literalidad de lo previsto en la LOE en cuanto a que el Bachillerato es una etapa de dos cursos, no de tres, que ningún alumno puede conservar las calificaciones positivas que haya obtenido cuando suspenda tres o cuatro materias en el primer curso, y que no podrá matricularse de dos o de tres materias de segundo curso, para de esta manera reducir el abandono del alumnado ante la perspectiva de repetir el primer curso en su totalidad.

¿Significaba esta medida una reducción del esfuerzo o la disminución de la exigencia en el Bachillerato? Ciertamente, no. Porque para obtener el título seguía siendo imprescindible superar todas las materias de los dos cursos. Nadie es bachiller sin aprobar todas las materias, y esto nunca se ha cuestionado. Simplemente se pretendía introducir una mayor flexibilidad en el itinerario para conseguir el objetivo final, el título y la posibilidad de acceder a la Universidad.

Desgraciadamente, esta vía ha quedado cerrada. Habrá que pensar en otras medidas, probablemente en la flexibilización del currículo, en nuevas metodologías que favorezcan el éxito escolar, que las hay, y en esto puede ser decisivo el nuevo planteamiento de un currículo del Bachillerato según las competencias educativas que deben alcanzarse en esta etapa, en línea con lo que se propone para las enseñanzas universitarias de grado según el Espacio Europeo de Educación Superior conocido como el acuerdo de Bolonia.

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