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Sébastien Chabal (arriba, claro) y Giulia Candiago, que es la del centro.
El bestia y la bella
GENTE

El bestia y la bella

El jugador de rugby Sébastien Chabal trata de ligar con la novia de un rival italiano y acaba a trompadas en una fiesta tras un partido en Roma

JULIÁN MÉNDEZ

Miércoles, 25 de marzo 2009, 03:37

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El tercer tiempo es una ceremonia única en el deporte. Los jugadores de rugby, tras zurrarse de lo lindo en los 80 minutos de partido, se duchan, se visten y quedan con los rivales para charlar con una cerveza en la mano. El tercer tiempo es un rito al que se atienen todos los equipos, incluidas las selecciones nacionales. Es más, hasta hace bien poco, la única compensación que recibían los jugadores que participaban en el V Naciones era el frac que vestían para asistir a ese ritual antiguo del tercer tiempo.

El sábado pasado, Francia derrotó a Italia por 50 a 8 en el estadio Flaminio de Roma. Tras las trompadas y los saludos, italianos y franceses se fueron de chufla. Como siempre. Pero esta vez sucedió algo raro. Sobre las tres de la mañana, Sébastien Chabal, tercera línea francés (115 kilos, 1,95 de estatura), antiguo tornero y conocido como 'El hombre de las cavernas' por su aspecto rudo, se acercó en exceso a Giulia Candiago, de 22 años, esquiadora internacional italiana y, a la sazón, novia de Martín Castrogiovanni, un italo-argentino que juega como pilier con la escuadra azzurra.

Castrogiovanni es pilar, un tipo acostumbrado a empujar como un carnero y con un cuello de toro. Pesa 122 kilos de puro músculo y mide 1,88. Las miraditas del ebrio Chabal, ese hombre peludo y cavernario que ha terminado con el mito de los metrosexuales, no le sentaron nada bien. Y se lo dijo. El 'Orco' le soltó un puñetazo y ambos se engancharon. En el tumulto rompieron algunos vasos del 'Art Cafè', un local de moda de Villa Borghese.

La trifulca no pasó a mayores porque sus compañeros les sujetaron. Ayer, Chabal envió dos sms al armario ropero italiano pidiéndole disculpas por su inoportuno comportamiento.

La bella, que posó hace unas semanas teñida de blanco para una carnal bandera de Italia, ha declarado que no se considera la «manzana de la discordia» del altercado. «Debo admitir -declaró ayer Giulia- que me ha hecho un poco de ilusión que Chabal me cortejara. Y mi novio me defendió muy bien». Giulia tiene dos hermanos que juegan a rugby.

Sébastien Chabal es hoy por hoy el icono del rugby mundial, su imagen más conocida. Juega en el equipo inglés de los Sale Sharks aunque la próxima temporada volverá al Métro-Racing francés donde cobrará una ficha de un millón de euros por año. Es un hombre público: es la imagen de un perfume, de una compañía de seguros, de un coche, de un vino y de una marca de tiritas. Esta actividad le reporta entre 1,5 y 2 millones de euros al año, un caso excepcional en el rugby.

Chabal se dio a conocer en la gira del XV de Francia por Nueva Zelanda de 2007. Melenudo, barbado, viril, con un tatuaje maorí en el muslo, acaparó todas las portadas. Su popularidad creció al practicar un rugby muy físico. En esa gira rompió la mandíbula al segunda neozelandés Ali Williams (2,02 de altura) en una carga legal y dejó conmocionado a otro gigante all black, Chris Masoe. Con 18 años trabajó en una fábrica a tres turnos, así que Chabal, un tipo encantador para quienes le conocen, sabe bien que la vida es mucho más dura que el rugby.

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