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Ramón Jáuregui, ayer en Madrid, momentos antes de la entrevista. / JOSÉ RAMÓN LADRA
«No soy partidario de descabalgar al PNV en Álava, sería demasiado frentista»
RAMÓN JÁUREGUI CANDIDATO NÚMERO 2 DEL PSOE A LAS ELECCIONES EUROPEAS

«No soy partidario de descabalgar al PNV en Álava, sería demasiado frentista»

«La alianza PSE-PP no era la opción de gobierno mayoritaria de los vascos, pero se acostumbrarán si lo hacemos bien» «La abierta hostilidad del PNV puede consolidar a Patxi López»

AITOR ALONSO

Sábado, 18 de abril 2009, 15:07

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«Más que una semana de Pascua, ha sido una semana de pasión», confiesa Ramón Jáuregui, a quien su designación como 'número dos' del PSOE a las elecciones europeas cogió de sorpresa en plenas vacaciones. Desde que trascendió su relevo al frente del Grupo Socialista en el Congreso se ha especulado sobre las razones que han llevado a Zapatero a prescindir de él en la escena nacional. «Me voy con pena», admite. Jáuregui, veterano gestor del PSE en el Gobierno de Vitoria en los años de coalición con el PNV, analiza la política vasca y los retos del Ejecutivo de Patxi López.

-¿Cree que es realmente histórica la investidura de un socialista como lehendakari?

-Sí. Está cargado de significación que el hijo de un soldador de La Naval, heredero directo del socialismo más tradicional, del socialismo vizcaíno, pueda ser el lehendakari del Gobierno vasco. La oportunidad tiene también una exigencia y una responsabilidad enorme. Yo, en el lugar de Patxi, en vez de estar entusiasmado estaría acogotado.

-¿Cómo ve el futuro de su Gobierno, que depende de una mayoría parlamentaria por ahora en manos del PP? ¿Habrá estabilidad para cuatro años?

-El Gobierno nacerá con esa voluntad y el pacto suscrito con el PP trata de garantizarla. Patxi López tiene a su favor varias cosas. Primero, que el funcionamiento de la Administración no se para y que ningún ciudadano va a notar que esté ocurriendo ninguna catástrofe. En segundo lugar, es un Gobierno que tiene mayoría política, el apoyo del Ejecutivo central y el de muchos vascos que desean que salga bien. Quien debe reflexionar es la oposición. Un PNV absolutamente hostil puede consolidar al Gobierno, porque puede acabar conformando una opinión favorable al cambio.

-Usted gobernó junto al PNV durante años en la época de Ardanza. ¿Era de los que pensaba que podía llegar a repetirse aquel esquema, que era más fácil el entendimiento con el PNV que con el PP?

-No. Los últimos diez años han dejado una herencia cargada de dificultades para la reedición de aquellos acuerdos. Lizarra dejó una herencia envenenada. Durante estos años el PSE ha construido legítimamente una alternativa y se ha presentado al electorado como líder de una posibilidad de cambio. Y cuando esa oportunidad se ha hecho posible, echarla por la borda, engañar a los electores y volver a reeditar un pacto con aquellos nacionalistas hubiera sido un fraude.

-¿La militancia socialista entiende el acuerdo con Basagoiti?

-La alianza PSE-PP no era la opción de gobierno mayoritaria de los ciudadanos, pero se adaptarán a ella y se acostumbrarán. Si lo hacemos bien, surgirá como un entendimiento razonable. No hay que olvidar que el PSE se ha negado a un Gobierno de coalición y que sólo se admitía un pacto de legislatura. Es más fácil de entender para la militancia de esta forma, porque es el PSE quien va a gobernar Euskadi.

-¿Hubiera sido dañino para los intereses socialistas ir más allá?

-Sí, no se puede ir tan lejos. Es preferible respetar los espacios y los perfiles de cada opción. Es también mejor para el PP jugar desde fuera sus bazas, que las tiene, mientras el PSE tiene que ejercer su responsabilidad como gobernante, porque somos el segundo partido con una clara distancia sobre el tercero.

-¿Podrá Patxi López contentar lo suficiente al PP, en materia de Educación, euskera o autogobierno, por ejemplo, como para terminar la legislatura sin sobresaltos?

-Más bien espero que el PP sea inteligente y prudente y que, entre el extremo de no tocar nada y el de dar la vuelta a la tortilla, encontremos el punto de equilibrio.

-¿Será posible un regreso a aquel escenario de transversalidad, no ahora, sino dentro de cuatro años? ¿Ve en disposición al PNV?

-Está por ver, soy escéptico. El PNV ha elaborado una estrategia de acoso y derribo tanto en Madrid como en Vitoria. Su apuesta es por un Gobierno vasco de corto plazo, efímero y ahora de lo que se trata es de demostrar que se equivocan. Cuando vean un Gobierno consolidado, no frentista; cuando vean que Patxi López les tiende la mano en política económica, antiterrorista, identitaria, autonómica, lingüística... y ellos estén reiteradamente escupiendo sobre ella, entonces se podrá percibir si el PNV cambia o no una estrategia que le va encaminando hacia la incomprensión ciudadana.

Respeto para Ibarretxe

-¿Le ha sorprendido esta reacción del PNV?

-Me ha sorprendido su virulencia, pero no el fondo. La brusquedad del cambio ha sido notoria. Literalmente, eran personas distintas de una semana para otra. En el Congreso ya no era posible negociar nada.

-¿Qué debe hacer Ibarretxe?

-Supongo que encontrará un escenario personal distinto al de ser el líder de la oposición. Pero, en todo caso, lo que haga será respetable.

-El PNV ya ha avisado de que tratará de ejercer de contrapoder desde las diputaciones y el resto de mecanismos bajo su control.

-Habrá tensión económico-financiera con las diputaciones. Nuestro sistema de Concierto les otorga un margen de maniobra muy alto en el Consejo Vasco de Finanzas. Ése va a ser un terreno delicado, donde se va a poner a prueba la solidez del sistema institucional. Espero que no se llegue a un boicot al Gobierno vasco. Sería muy grave.

-PSE y PP suman escaños suficientes para recuperar la Diputación de Álava, que ahora preside el PNV. ¿Es partidario de la moción de censura?

-Soy partidario de dejar las cosas como están, que los acuerdos con el PP se circunscriban a donde se han firmado y que en Álava el PSE siga siendo clave para determinar la orientación política en la Diputación. No soy partidario de proceder a un descabalgamiento partidista, me parece demasiado frentista. Habrá que ver cómo funcionan las diputaciones con el Gobierno vasco, pero a priori no estoy a favor de trasladar a otras instancias el acuerdo entre López y Basagoiti.

-El PP ha dado por hecho que será antes del verano.

-Bueno, comprendo que sea su petición, pero también hay que entender que el PSE pueda negarse.

Los retos económicos

-López se enfrenta a un escenario complicado por la situación socioeconómica. ¿La crisis es la primera prioridad?

-Lo primero que hay que hacer es dar normalidad, tranquilizar las aguas del cambio. En segundo lugar, intentar una programación económica frente a la crisis. Lo más importante puede ser la política industrial, concretar con los sectores productivos hacia dónde encaminar las ayudas. Luego hay que intentar abordar un diálogo sobre el final de la violencia, sobre su deslegitimación.

-El Gobierno, aún no formado, ya está bajo la amenaza directa de ETA.

-ETA es una organización que está prácticamente en fase terminal. No hay que hacer demasiado triunfalismo, pero es una organización derrotada. Al Gobierno de Patxi López la amenaza de ETA no tiene por qué preocuparle un minuto más de lo que ha sido la preocupación de la violencia durante toda nuestra vida.

-¿Y hacia dónde va la izquierda abertzale que no se despega del terrorismo? ¿Le pasará factura su ausencia institucional?

-La experiencia nos ha demostrado que la izquierda abertzale no es capaz de arrastrar a la dirección de ETA hacia la política. Pero el tiempo corre en su contra. Caminan hacia la marginalidad política.

-¿Cómo interpreta el ascenso electoral de Aralar?

-Es significativo. Batasuna lanzó una apuesta proponiendo el voto nulo y perdió 50.000 votos. Y su rival político en la izquierda abertzale ganó y pasó de uno a cuatro diputados. Es un dato revelador.

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