Borrar
Urgente El servicio de metro en Basauri y Etxebarri se reanuda con frecuencias de 20 minutos
Después de la medianoche
MÁS FÚTBOL

Después de la medianoche

«No es cierto que la cantera sea imposible en el fútbol actual. El ejemplo del Barça es la mejor señal para el Athletic, aunque el problema no está en el modelo»

SANTIAGO SEGUROLA

Miércoles, 13 de mayo 2009, 04:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La final de Mestalla está definida por el feliz big bang que ha producido en la hinchada del Athletic. El fútbol entiende poco de recompensas, pero esta afición merecía una tregua después de tantos años de sufrimiento y noticias apocalípticas. Nunca se ha esperado tanto por un partido. Por fin, una generación tiene la oportunidad de disfrutar de una fecha que siempre ha estado marcada en rojo en el santoral del Athletic. Ningún equipo ha mantenido un vínculo más estrecho con el torneo, el más imprevisible y poético del fútbol, y también el más festivo, por lo que significa de viaje, acompañamiento y orgullo tribal.

Se decía tiempo atrás que no había final verdadera si no la jugaba el Athletic. Era fútbol, fiesta y paisaje en las calles. Era la leyenda de Pichichi y Belauste, de Iraragorri y Cilaurren, de Panizo y Gainza, de Garay y Arieta I, de Iribar y Rojo, de Goikoetxea, Dani y Argote, de todos los que construyeron el imponente historial del club. Quizá Rafa Iriondo, último superviviente de la inolvidable delantera de los años 40 y 50, sea el símbolo perfecto de lo que significa la final de Copa para el Athletic. En su larga historia están representados los mejores valores del club: tenacidad, elegancia y orgullo.

Iriondo es el relato del Athletic, desde la preguerra hasta nuestros días. Cada generación de hinchas ha transmitido a la siguiente todas las claves históricas y emocionales del equipo. De Pichichi, el primer mito rojiblanco, hasta nuestros días, se han tejido las pequeñas y grandes historias, escuchadas una y mil veces en cada casa, en cada familia, en cada oportunidad de construir los indestructibles vínculos que unen a los hinchas del Athletic con su equipo. Referentes como Iriondo, Iribar, Rojo, Clemente, Dani, Goikoetxea o Sarabia nos recuerdan que detrás del Athletic hay un pasado glorioso y que muchos de aquellos equipos tuvieron que enfrentarse a dificultades parecidas a las del equipo de hoy. Ellos vencieron, ellos hicieron historia, ellos invitan al optimismo.

Al Athletic le espera un rival de gran prestigio. Como en la final de 1984 o en la célebre de los once aldeanos, en 1958, el adversario es temible. El Barça busca el trébol que ningún club español ha obtenido: Liga, Copa y Liga de Campeones. Guardiola ha construido un equipo lujoso que revela algunas claves envidiables. De alguna manera, este Barça es el perfecto espejo donde mirarse. En la era posBosman, cuando la globalización parecía anunciar el fin de las canteras, el Barça ha seguido un camino singular. Ha elegido un modelo de producción de jugadores que es la envidia del mundo. Si algo define al Barça es una cultura que está sostenida por la incesante aparición de jóvenes futbolistas, casi todos marcados por el sello de la excelencia.

El éxito del Barça debería invitar a la reflexión en el Athletic. No es cierto que la cantera sea imposible en el fútbol actual. Tampoco es cierto que el Barça no sufra las consecuencias del mercado. Jugadores como Piqué, Cesc Fábregas o Arteta abandonaron muy pronto la factoría azulgrana, pero la cadena de producción no se detuvo, ni tampoco aparecieron voces alarmistas. El ejemplo del Barça es la mejor señal para el Athletic. El problema no está en el modelo. Está en la forma de aprovecharlo. En este sentido, el Barça saca ventaja a todos los demás.

Parte del problema del Athletic ha sido la desesperación de los últimos años y la falta de confianza en su vieja cultura. Desde el club se ha transmitido una cierta sensación de culpa, de enorme incomodidad con los tiempos actuales del fútbol. A veces se ha dado la impresión de vivir en una época que no le corresponde, y eso ha funcionado como una pésima coartada para el equipo. La final tiene la virtud de abrir una puerta a la esperanza. No puede quedarse en una fecha festiva, es decir, en una anécdota. Con independencia del resultado, el Athletic tiene la oportunidad de aprovechar la corriente de optimismo para modificar muchos de sus comportamientos en los últimos años.

Es más fácil construir desde la satisfacción que desde la desesperanza. Después de la medianoche del miércoles, el Athletic tendrá una excelente oportunidad de recuperar el pulso. Será necesario aprovechar este entusiasmo contagioso, como sucedió en los primeros años 80, y afinar en algunos aspectos cruciales, como la cantera, la base sobre la que se asienta el ideario del Athletic. Corren tiempos globales, ¿por qué no una cantera global? En la hinchada nadie se pregunta por el Rh o por la procedencia de los chicos que llegan a Lezama con 11 o 12 años. Nadie se pregunta en el Barça por la procedencia de Puyol, Xavi, Piqué, Busquets, Iniesta o Messi. Vengan de donde vengan, lo único que cuenta es lo que el Barça ha hecho con ellos: convertirlos en el perfecto ejemplo del trabajo con la cantera. ¿Por qué no puede hacer lo mismo el Athletic?

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios