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Luciano Uriarte, todavía con los signos de la paliza, aseguró ayer que se encuentra «muerto». / EITB
«Ya no tengo ni ganas de vivir»
BRUTAL ASALTO EN UNA CASA DE GAMIZ-FIKA

«Ya no tengo ni ganas de vivir»

Muy afectado, Luciano Uriarte recibe el alta tras el brutal asalto sufrido en su casa de Gamiz-Fika

M. J. TOMÉ

Martes, 30 de junio 2009, 09:54

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Luciano Uriarte, el vecino de la localidad vizcaína de Gamiz-Fika apaleado junto a su mujer durante el asalto protagonizado por tres encapuchados en su casa, recibió ayer el alta hospitalaria. Todavía con el susto en el cuerpo y con señales evidentes de la brutal paliza, Uriarte volvía al mediodía a su casa, al escenario de la pesadilla que vivió en la madrugada del sábado a manos de la banda de delincuentes, que son buscados por la Ertzaintza. Visiblemente afectado, Uriarte se emocionaba al rememorar el horror vivido. «Ha sido todo tan duro, tan duro... que ya no tengo ni ganas de vivir».

Luciano -propietario de Bodegas Uriarte, dedicadas a la producción de txakoli- había permanecido desde primeras horas del sábado ingresado en el servicio de Urgencias del hospital de Cruces en observación, para ver cómo evolucionaba de los numerosos traumatismos que presentaba. Preocupaba especialmente a los médicos una herida abierta que tenía en el ojo izquierdo y de la que había estado durante horas sangrando profusamente. Su mujer también fue atendida, pero tras practicarle una cura de urgencia fue dada de alta.

Luciano, con la angustia aún reflejada en su rostro, apenas acertaba a relatar con palabras el secuestro que sufrió a manos de los tres desconocidos, que irrumpieron en la propiedad de los Uriarte al filo de la medianoche. Armados con una pistola y armas blancas, los asaltantes agredieron al matrimonio de septuagenarios y les amordazaron y maniataron antes de registrar toda la casa y darse a la fuga con su botín; una considerable cantidad de dinero.

Maniatados

El hombre, cojeando y apoyado en un bastón, luce un aparatoso vendaje en su ojo, hinchado y amoratado como consecuencia de los golpes recibidos. «Todavía está muy mal», reconoció su hijo. Con el habla entrecortada, Luciano recordaba que todo sucedió «entre las doce y media y las cuatro y media de la madrugada». «Ahí estuvimos tumbados, echando sangre a chorros, con todo esto abierto», apuntó, señalando su maltrecho ojo.

«Cuatro horas y media nos tuvieron amarrados... las caras, la frente, la garganta, las manos por detrás», detallaba el hombre, que aún esta traumatizado por «el tremendo susto» vivido en su propia casa. «Ha sido increíble, todo esto es una cosa que no se puede explicar». Una experiencia «tan dura» que ha hecho considerable mella en su estado anímico hasta el punto de afirmar que «estoy muerto; ya no tengo ni ganas de vivir».

La Ertzaintza, entretanto, continúa las investigaciones para tratar de localizar a los atracadores y esclarecer si se trata de delincuentes comunes o si pertenecen a un grupo especializado en asaltos a chalés, hipótesis que alimenta el método empleado y el ensañamiento empleado contra Luciano Uriarte y su esposa. La actuación de estas bandas organizadas -muchas de ellas procedentes del Este de Europa- no es inédita en el País Vasco, aunque su principal ámbito de actuación son las zonas residenciales del Mediterráneo, sur de España y los alrededores de Madrid.

Casas 'reventadas'

En Euskadi, el precedente más inmediato es el de un grupo de atracadores extranjeros que, en sólo tres días, desvalijó seis casas situadas en zonas apartadas de Álava. Entre los catorce delincuentes que fueron detenidos el pasado mes de marzo había ciudadanos albanokosovares, rumanos, serbocroatas, marroquíes, belgas... Según la Guardia Civil, habían 'reventado' también otro medio centenar de casas en la Costa del Sol, Alicante y La Rioja.

En Vizcaya, hace hoy exactamente un año, una familia de Sopelana sufrió un asalto similar a la de los Uriarte a manos de cuatro ladrones que irrumpieron en su chalé en plena noche a través de una ventana. Los asaltantes, presumiblemente de origen magrebí, les amordazaron y ataron en la bodega de la vivienda y huyeron con 6.000 euros y joyas. Eran, a juicio de los investigadores, auténticos profesionales: uniformados de negro y encapuchados, iban provistos de walkie-talkies para comunicarse y protegían sus manos con guantes para no dejar huellas. A día de hoy, no han sido detenidos.

En Castro Urdiales, hace un par de años, fueron arrestados siete miembros de una de las redes más activas de Europa en el robo de fincas, de origen albanokosovar. A sus 40 miembros se les atribuyó al menos un centenar de asaltos a chalés, bancos y polígonos industriales.

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