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MARCELA VALENTE
Viernes, 17 de julio 2009, 10:36
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Miles de hondureños se lanzaron ayer a las calles para reclamar de nuevo la restitución en el poder del presidente Manuel Zelaya, depuesto el 28 de junio por un golpe cívico -militar. Las manifestaciones, con cortes de carreteras y de entradas a la capital, Tegucigalpa, fueron un desafío al Gobierno de facto que en la noche del miércoles ordenó reinstaurar el toque de queda que había suspendido el domingo.
El portavoz de la Policía, Héctor Mejía, pidió a los manifestantes «que fueran pacíficos» y advirtió de que no se permitiría que se bloqueen puentes ni las protestas violentas. Las fuerzas de seguridad sostienen que en las manifestaciones podrían llevarse a cabo acciones de extranjeros infiltrados «para crear un caos». Los seguidores de Zelaya prometieron continuar hoy las protestas.
El portavoz del Frente Nacional de Resistencia Popular, Rafael Alegría, descartó que se fueran a producir hechos violentos y manifestó en cambio su temor a que el Gobierno encabezado por Roberto Micheletti tenga «un plan preconcebido para reprimir». «Nuestros manifestantes no llevan armas, ni piedras, ni palos. Nadie quiere derramamiento de sangre», dijo, sino «que se restituya el orden institucional».
El diario 'El Heraldo', que apoya a las autoridades de facto, denunció ayer que «hay en marcha una conspiración gestada desde Caracas» por el presidente venezolano, Hugo Chávez. El rotativo alertaba sobre «acciones armadas de grupos irregulares ligados al narcotráfico o provenientes de Nicaragua», y aseguraba que además de cortes de carreteras se preveía la ocupación del aeropuerto y ataques a comercios.
Las manifestaciones tomaron nuevo impulso tras unos días de cierta calma luego del ultimátum que dio Zelaya esta semana al Ejecutivo de facto para que acepte su vuelta al poder. Al día siguiente del emplazamiento, el presidente depuesto llamó a una insurrección popular desde Guatemala, remarcando que los ciudadanos hondureños tienen el derecho constitucional a revelarse contra un Gobierno usurpador. Ayer, las organizaciones sociales que respaldan a Zelaya anunciaron un paro general en Honduras si este domingo aún no se ha llegado a un acuerdo.
Retomar la negociación
Pero mientras los ciudadanos salen a las calles, las gestiones diplomáticas para una salida a la crisis recobran fuerza. El Gobierno de Costa Rica confirmó la presencia de Zelaya y Micheletti mañana en San José para una segunda jornada de diálogo. La primera cita de la mediación iniciada por el presidente costarricense, Óscar Arias, se llevó a cabo el 9 y 10 de julio y culminó sin resultados concretos.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, se manifestó «cautamente optimista» por el segundo encuentro. «Estamos en un momento positivo», destacó. «Existen indicios de que esto pueda progresar», aunque es probable que no concluya el mismo sábado, anticipó.
El cambio principal en las difíciles negociaciones se produjo en las últimas horas cuando Micheletti admitió que estaría dispuesto a renunciar a la presidencia para que retorne «la paz y la tranquilidad» a su país. Pero el mandatario interino condicionó su salida del poder a que Zelaya no vuelva a Honduras como presidente. Para Insulza, la proposición de Micheletti es «un avance» y «una buena señal», pero el requisito de no retorno del dirigente expulsado no puede ser aceptado ni por la OEA ni por el mediador, Óscar Arias.
El presidente de Costa Rica sostuvo ayer, tras conocerse la oferta de Micheletti, que «cualquier solución pasa por la reinstauración de Zelaya» como presidente, aunque las gestiones lleven mas tiempo de lo que se preveía.
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