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'Reflejo con dos niños (Autorretrato)', obra de Lucien Freud fechada en 1965. / MITXEL ATRIO
Freud y Bacon, reunión de amigos
CULTURA

Freud y Bacon, reunión de amigos

El Museo de Bellas Artes de Bilbao muestra la relación personal y artística entre ambos pintores británicos

IÑAKI ESTEBAN

Miércoles, 7 de octubre 2009, 11:08

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Dos viejos amigos se vuelven a ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sus nombres, Lucien Freud y Francis Bacon, ambos pintores británicos, de los más importantes del siglo XX, y con la misma inquietud por la deformación del cuerpo dentro de un concepto de arte como autobiografía.

El encuentro se produce gracias al cuadro de Freud 'Reflejo con dos niños (Autorretrato)', que llega a la pinacoteca vasca procedente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid como 'La obra invitada', un programa patrocinado por el Banco Santander. El otro lienzo, 'Figura tumbada en espejo', firmado por Bacon, pertenece al museo de Bilbao y acompaña al de Freud bajo la mirada de un tercero, una escultura de Jacques Lipchitz titulada 'El rapto de Europa', que comparte con los dos cuadros una misma distorsión de la figura humana. Las tres obras se expondrán en el mismo espacio hasta el 10 de enero de 2010.

Hay otro punto en común entre las dos pinturas: el espejo. El nieto de Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, lo pone a ras de suelo y consigue que todo su autorretrato de cuerpo entero tome otra perspectiva, muy amenazadora, mientras que Bacon lo coloca de lado para resaltar las curvas de sus modelos. Las dos obras se pintaron sólo con seis años de diferencia, la de Freud en 1965 y la de Bacon en 1971. No eran buenos tiempos para la figuración expresionista, pero ambos se mantuvieron en su empeño de recrear el dramatismo existencial del ser humano con los contornos retorcidos de su materia corporal.

Brochazos amplios

Durante la presentación de 'La obra invitada', la conservadora del museo Ana Sánchez-Lassa se fijó en los dos niños que aparecen en la parte inferior de la pintura de Freud, sus hijos Rose y Ali, que subrayan su contenido autobiográfico. La experta dirigió también su atención hacia el rostro, perfilado con «brochazos amplios y valientes, cargados de pasta, luminosos y en contraste con el fondo grisáceo», y relató la afición delos dos amigos a retratarse el uno al otro.

La inclusión de la escultura de Lipchitz está justificada, según el director del museo, Javier Viar, por su realización en la misma época -1960-70, en este caso- y por un parecida deformación del cuerpo. «Incluso el primer Oteiza estaría cerca de estas imágenes», resaltó Viar.

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